El «Jogo do Bicho», la lotería ilegal con una historia centenaria

El Jogo do Bicho se ha convertido en una de las loterías ilegales más grandes del mundo.
El Jogo do Bicho se ha convertido en una de las loterías ilegales más grandes del mundo.

Esta modalidad de juego prohibida, que se convirtió en un clásico de Brasil, cumplió 131 años.

Brasil.- El Juego del Bicho, o mejor dicho «Jogo do Bicho», la famosa lotería ilegal de Brasil sobre números que representan animales, acaba de cumplir 131 años de creación. La modalidad, contrariamente a lo que muchos afirman, no fue creada por el Barón de Drummond, sino por el mexicano Manuel Ismael Zevada.

Si bien se trata de un juego ilegal, ofrecerlo actualmente representa sólo una contravención que prevé de cuatro meses a un año de prisión. El investigador paulista Danilo Freire explica que «el castigo no es fuerte y nunca amedrentó a los bicheiros, quienes compensan el riesgo de ser arrestados con los beneficios diarios de recaudación”.

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Freire es reconocido por su investigación para rastrear el cómo y el por qué de este tipo de apuesta particular, llegando conclusiones inéditas sobre las reglas informales y los mecanismos de fuerza que colaboraron para que esta bolsa ilegal de apuestas sobreviviera a más de 30 gobiernos muy diferentes entre sí, pasando de dictaduras a democracias durante largos años.

Una historia de más de 100 años

Sus orígenes se remontan a los tiempos de la Monarquía, en los que el Barón de Drummond, eminencia política del Imperio y amigo de la familia real, fundó el Zoológico de Río de Janeiro que aquel entonces gozaba del patrocinio del gobierno.

Sin embargo, con la proclamación de la República en 1889, el Barón perdió su prestigio, y ya sin ayuda del gobierno, consideró cerrar definitivamente el zoológico de Río. Pero la solución llegó a través del mexicano Manuel Ismael Zevada, quien era fanático del zoológico y sugirió la adaptación de Loteria das Flores a Loteria dos Bichos para así poder maneter el establecimiento.

Todas las mañanas, el hombre elegía un animal en una lista de 25 bichos y colocaba su imagen en una caja de madera, justo en la entrada del zoo. A medida que apostaban, los jugadores recibían una estampa con alguno de esos animales y, al final del día, Zevada revelaba la figura guardada en la caja de madera.

Quienes coincidían, ganaban 20 veces el valor de la entrada, que en aquella época superaba el saldo mensual de un carpintero.

Las multitudes fueron al zoológico para comprar boletos y esperar el sorteo de la tarde. En poco tiempo, el juego se convirtió en un hábito en la ciudad, al punto tal que los tranvías que se dirigían hacia Vila Isabel, especialmente los domingos, iban abarrotados.

Con la prohibición del juego en 1895, los operadores privados no regulados se hicieron cargo del juego de los animales y organizaron el juego en almacenes y bares.

En 1911, precisamente 16 años después de su prohibición, el jurista y académico José Macedo Soares observó que el juego estaba tan arraigado en los hábitos sociales brasileños que era imposible erradicarlo mediante la ley y la represión policial. El concepto de manifestación del jurista hace 108 años nunca ha sido más actual.

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