Desafíos y perspectivas para la industria del juego latinoamericana de cara a 2024
Federico Rodriguez Aguiar y Moisés Velasco Navarro, analistas y consultores del sector, analizan cuáles serán los principales aspectos a tener en cuenta para el próximo año, que transcurrirá entre el enfrentamiento a regulaciones anticuadas y el constante empuje de la industria en todos los países de la región.
Al cierre de este 2023 es necesario revisar el contexto general de la industria de juegos y sorteos y conversar sobre los escenarios que nos esperan en 2024.
Han sido tres años difíciles en términos de recuperación a raíz de la pandemia y las empresas, proveedores y operadores apenas tuvieron un año de recuperación de mercado y operaciones. En el mejor de los casos 2023 fue un año de redistribuir los ingresos alineados a la recuperación de pérdidas.
La normativa regulatoria vigente en algunos países en Latinoamérica y el Caribe al cierre de 2023 continúa rígida, desactualizada e inconsistente con la realidad de la industria del juego a nivel internacional, particularmente en la participación digital y el uso de tecnología para la venta en puntos físicos localizados y fiscalización.
Después de muchos años en esta industria, podemos constatar décadas de inmovilidad, lo que produce un conflicto constante con la realidad, tanto para operadores como para proveedores, que no han alcanzado a encontrar la fórmula que permita consolidar una correcta fiscalización.
Si analizamos las cifras post pandemia observamos un crecimiento en aquellos mercados que han tomado en verdad la premura de modernizar las estructuras y avanzaron de inmediato con medidas, actualizando los modelos comerciales y normativos al contexto presente con un enfoque profesional y técnico aprovechando las enseñanzas de un periodo crítico que nos golpeó a todos.
Sin embargo, aún podemos escuchar argumentos definiendo sistemas de protección o prácticas de salvaguarda monopólica en los países, cuando en realidad es evidente y probable el ingreso de nuevos operadores a mercados tradicionalmente cerrados.
Estas normas vigentes solo producen un estancamiento significativo para la industria e inclusive para los operadores activos de cada país. Podemos afirmar que aquellas organizaciones que no actualicen sus carteras de productos, utilicen tecnología en sus servicios, redefinan sus objetivos y adecuen la normativa solo estarán coartando las posibilidades de crecimiento y de permanencia en los mercados. Si además agregamos un mercado cerrado y con falta de competencia tenemos una combinación poco atractiva y fulminante en el largo plazo.
Los Estados deben involucrarse activamente en la visibilidad de la industria y dejar de mirar a otro lado como si nuestra actividad fuera invisible. Ya han pasado muchos años sin avances en muchas de las jurisdicciones y será prioritario definir claramente cuáles son los objetivos a corto, mediano y largo plazo y explicitarlo a la ciudadanía abriendo la información de un sector que genera ingresos significativos a las respectivas tesorerías. Es necesario mantener una normativa actualizada para un mercado en constante cambio.
Un año de inamovilidad produce cinco años de estancamiento y esto es en realidad un retroceso. El mundo no espera a los rezagados.
En suma, entre los principales desafíos del 2024, podemos plantear que el mercado latinoamericano cuente con normas actualizadas que hagan posible un ambiente de competencia para continuar con un desarrollo responsable de una industria que tiene mucho para aportar cuando las decisiones son tomadas con criterios técnicos y profesionales.
Es necesario debatir y discutir pero no solo debemos ser especialistas en el diagnóstico, debemos avanzar con propuestas de desarrollo y llevarlas a cabo. Dilatar las decisiones solo hace que las empresas serias y con inversiones rentables para la sociedad busquen otros horizontes o ingresen de manera incorrecta en los mercados, lo cual genera más debilidades que fortalezas.
Durante 2024, en muchos de los casos, los Congresos o directamente el poder ejecutivo de los países tendrán que continuar el debate sobre las actualizaciones de las normas e inclusive vigilar la aplicación y ejecución de las reglas establecidas. Desafortunadamente en reiteradas ocasiones y en lo que hemos visto con claridad en 2023, en estos asuntos se da un paso para adelante y tres para atrás cuando se avanza en pliegos o publicaciones oficiales de regulación.
Se requiere para 2024 una industria muy unida y articulada que inclusive se auto regule respecto a no caer en prácticas poco convenientes con tal de obtener beneficios o mercados que al final no son viables y que solo generan falsas expectativas económicas para las autoridades, generando pocos resultados.
Derivado del contexto, podemos decir que 2024 desafortunadamente no será el año en el que se destraben las regulaciones empolvadas de nuestra región o se ejecuten de manera correcta las regulaciones en tránsito ya que vemos que continuará el mismo debate de hace una década. Pero lo que sí podemos decir es que será el año en que las operaciones disruptivas tomarán los mercados y solo así, de manera reactiva, las autoridades y los operadores monopólicos buscarán a toda costa atender asuntos de regulación.
Veamos qué sucede y esperemos que las reacciones de autoridades estatales no sean tendientes a cerrar aún más los mercados, sino a aceptar que de manera territorial y digital es necesario ampliar el espectro de mercado (que sugiere mucho mayor potencial), que pensar erróneamente en restringir cada vez más la actividad y su difusión, como hace más de 50 años.
*Federico Rodriguez Aguiar y Moisés Velasco Navarro son analistas y consultores de la industria del juego en Latinoamérica.